Apenas 70 kilómetros separan Miguel Esteban de Villar de Cañas, un pueblo conquense de menos de 500 habitantes del que llevamos hablando ya unos años. ¿Por qué? Debido a que el gobierno de la nación decidió, allá por 2011, situar en su término municipal un almacén temporal de resíduos nucleares o ATC, es decir, un cementerio nuclear.
Como siempre que la energía nuclear está encima de la mesa, el debate está asegurado. Pero más allá de los conocidos pros y contras de dicha energía, debemos hacer hincapié en todos aquéllos intereses indirectos que genera una infraestructura como esta. Grandes inversiones, posibilidades de negocio, cambios sociales en zonas desfavorecidas y, desgraciadamente, intereses políticos, se mezclan con el debate de la seguridad nuclear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario