Está claro que el golpe vende. Tejero, con su bigote y su traje verde pegando tiros al techo del congreso, un guardia civil haciéndole una llave de judo a Gutiérrez Mellado y, en definitiva, ese aire, en mi parecer, un poco cutre y chapucero que lo envuelve hace que sigamos viendo las imágenes con cierto interés. Si a esto le unimos unas cámaras ocultas que persiguen a los personajes que perpetraron el golpe veremos como no solo nosotros envejecemos, sino también los golpistas, qué gran exclusiva.
Sin embargo, tengo la sensación que el jugo del 23-F está exprimido desde hace tiempo, por lo que año tras año me empacha más este bombardeo de información que no aporta nada nuevo y que, en algunos casos, creo que no da un acertado punto de vista del acontecimiento. En fin, la sociedad de la información es lo que tiene.

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