"SE CUMPLEN SETENTA Y CINCO AÑOS DE LA PATENTE, POR STRAUSS Y PEREL, DE UNA RULETA QUE, EN ESPAÑA, NO SÓLO REVOLUCIONÓ LOS JUEGOS DE AZAR, SINO QUE, COMO RECUERDA MARC FONTBONA, SUSCITÓ UNO DE LOS MAYORES ESCÁNDALOS POLÍTICOS DE LA II REPÚBLICA, PROVOCANDO A FINALES DE 1935 LA CAÍDA DEL GOBIERNO LERROUX Y LA CONVOCATORIA DE NUEVAS ELECCIONES.
Los dos boxeadores lanzaban sus últimos golpes en el duodécimo y definitivo asalto, bajo el griterío de los treinta mil espectadores que llenaban el estadio de Montjuic. A lo largo del combate, el invulnerable púgil vasco Paulino Uzcudun había resistido imperturbablemente los constantes ataques del ex campeón del mundo de los pesos pesados Max Schmeling. El alemán exhibió su superior estilo con certeros directos de izquierda que se estrellaban contra el cuerpo de hormigón del vasco. En los últimos minutos, Uzcudun tomaba la iniciativa, castigando al ya exhausto campeón alemán. Al sonar la campana que dio por terminado el encuentro, ambos boxeadores se mantenían en pie y los jueces declararon el combate nulo.
La cita pugilística tuvo lugar el 13 de mayo de 1934, en Barcelona. Era un combate amistoso y sin trascendencia deportiva, organizado por Daniel Strauss, un hombre de negocios alemán que, poco antes, se había establecido en la ciudad. El espectáculo reportó unos resultados económicos ruinosos, con pérdidas de hasta trescientas mil pesetas. Sin embargo, la celebración del evento cumplió con creces el objetivo real del empresario: promocionarse ante las autoridades que llenaban el palco presidencial –entre ellos, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y el alcalde de Barcelona, Caries Pi i Suñer–. En realidad, Strauss abrigaba el propósito de introducir un novedoso modelo de ruleta y regentar locales de juego. Pero carecía de los permisos para poner en marcha su negocio. La obtención de esas licencias acabaría por provocar una grave crisis política y la debacle del gobierno de la coalición de derechas de España, a finales de 1935.
Los juegos de azar–especialmente la ruleta– estaban prohibidos en España. Y en la mayoría de países europeos. Sin embargo, en la década de los 30, se popularizaron numerosos modelosde pseudoruletas, que funcionaban alegremente en los grandes casinos de todo el continente. Se trataba de ambiguos recreos que se hallaban en la frontera entre los juegos de azar y los de destreza. Daniel Strauss, en colaboración con su esposa, la señora Lowmann, y un socio llamado Jules Perel, había patentado un modelo de ruleta, conocido como straperlo, cuyo resultado dependía de la pericia de los jugadores y eliminaba el factor suerte.
Los dos boxeadores lanzaban sus últimos golpes en el duodécimo y definitivo asalto, bajo el griterío de los treinta mil espectadores que llenaban el estadio de Montjuic. A lo largo del combate, el invulnerable púgil vasco Paulino Uzcudun había resistido imperturbablemente los constantes ataques del ex campeón del mundo de los pesos pesados Max Schmeling. El alemán exhibió su superior estilo con certeros directos de izquierda que se estrellaban contra el cuerpo de hormigón del vasco. En los últimos minutos, Uzcudun tomaba la iniciativa, castigando al ya exhausto campeón alemán. Al sonar la campana que dio por terminado el encuentro, ambos boxeadores se mantenían en pie y los jueces declararon el combate nulo.
La cita pugilística tuvo lugar el 13 de mayo de 1934, en Barcelona. Era un combate amistoso y sin trascendencia deportiva, organizado por Daniel Strauss, un hombre de negocios alemán que, poco antes, se había establecido en la ciudad. El espectáculo reportó unos resultados económicos ruinosos, con pérdidas de hasta trescientas mil pesetas. Sin embargo, la celebración del evento cumplió con creces el objetivo real del empresario: promocionarse ante las autoridades que llenaban el palco presidencial –entre ellos, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y el alcalde de Barcelona, Caries Pi i Suñer–. En realidad, Strauss abrigaba el propósito de introducir un novedoso modelo de ruleta y regentar locales de juego. Pero carecía de los permisos para poner en marcha su negocio. La obtención de esas licencias acabaría por provocar una grave crisis política y la debacle del gobierno de la coalición de derechas de España, a finales de 1935.
Los juegos de azar–especialmente la ruleta– estaban prohibidos en España. Y en la mayoría de países europeos. Sin embargo, en la década de los 30, se popularizaron numerosos modelosde pseudoruletas, que funcionaban alegremente en los grandes casinos de todo el continente. Se trataba de ambiguos recreos que se hallaban en la frontera entre los juegos de azar y los de destreza. Daniel Strauss, en colaboración con su esposa, la señora Lowmann, y un socio llamado Jules Perel, había patentado un modelo de ruleta, conocido como straperlo, cuyo resultado dependía de la pericia de los jugadores y eliminaba el factor suerte.
En Madrid, sin embargo, el Gobierno estaba formado por una alianza de partidos de la derecha, y varios miembros del Partido Radical Republicano se habían mostrado muy receptivos con el proyecto del straperlo. Joaquim Gasa y Joan Pich i Pon –a la sazón subsecretario de Marina– convencieron a Strauss para repetir la demostración en el Hotel Ritz ante la presencia de Aurelio Lerroux, sobrino del líder de los radicales y futuro jefe de Gobierno: Alejandro Lerroux.A lo largo del mes de junio, los empresarios y los políticos llegaron a un acuerdo económico para explotar el straperlo en el Casino de San Sebastián. Varios personajes en la órbita del Partido Radical harían valer sus influencias para conseguir la autorización, a cambio de un porcentaje en el negocio. Según la versión de Strauss, Alejandro Lerroux recibiría el 25 por ciento de los beneficios; Pich i Pon, un diez por ciento; y Aurelio Lerroux, Miguel Galante y el periodista Santiago Vinardell, un 5 por ciento. Además, para asegurarse la cooperación del ministro de la Gobernación –Salazar Alonso–, Pich i Pon se había comprometido a hacerle llegar 100.000 pesetas. El subsecretario, Eduardo Benzo, recibiría 50.000 pesetas. Otras cincuenta mil estaban destinadas a agilizar la concesión de los permisos que expedía la Dirección General de Seguridad –José Valdivia era el director general–. Sigfrido Blasco-Ibáñez, hijo del famoso novelista y líder del Partido de Unión Republicana Autonomista, otra formación política en coalición en el gobierno conservador, se comprometía a colaborar a cambio de 400.000 pesetas. Salazar Alonso y Alejandro Lerroux recibieron además un reloj de oro cada uno.
El 25 de agosto de 1934, Salazar Alonso –ministro de la Gobernación– concedió una autorización para la instalación de la ruleta straperlo. Después de diez años de prohibición, el 12 de septiembre, las ruletas volvían a girar en el Gran Casino de San Sebastián. Aunque sólo por unas horas, ya que la policía clausuró el casino esa misma noche. Salazar Alonso anuló la autorización anterior declarando ante la prensa que el juego no sería legalizado bajo su mandato. Este contratiempo no desanimó a Strauss, quien confiaba en el apoyo de Alejandro Lerroux desde la presidencia del gobierno y la definitiva autorización de su negocio. Sus pronósticos se cumplieron y, en diciembre, los crupieres anunciaban el "hagan juego" en el lujoso Hotel Formentor de Mallorca. El straperlo causó furor entre los mallorquines. En tan sólo una semana, tres mil personas visitaron la sala de juego. Cuando el católico líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas, José María Gil-Robles, quien gobernaba en coalición con el Partido Radical de Lerroux, conoció la noticia, exigió el cierre inmediato del casino.Tras su tercer desengaño con los políticos españoles, Daniel Strauss tiró la toalla. Pero no sin antes intentar recuperar la inversión inicial. El alemán reclamó a Alejandro Lerroux 425.000 pesetas en concepto de pérdidas, y le amenazó con hacer públicos los sobornos si no pagaba lo exigido. El chantaje no surtió efecto y Lerroux despachó el asunto sin darle demasiada importancia. En consecuencia, Strauss inició una campaña de venganza. En mayo de 1935, envió un dossier al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora. El dossier contenía información detallada y veraz de los sobornos que los miembros del Partido Republicano Radical aceptaron a cambio de interceder para cónseguir las autorizaciones. Alcalá-Zamora no mantenía buenas relaciones con Lerroux y aprovechó la ocasión para destituirle. El 25 de septiembre, Alejandro Lerroux anunciaba su renuncia, aunque alegando que la decisión venía motivada por otra crisis relacionada con los ministros del Partido Agrario. La trama del straperlo seguía siendo confidencial.
Daniel Strauss se había trasladado a Bélgica. Allí instaló el straperlo en el Madison Club, un edificio contiguo al pabellón de Holanda de la Exposición Universal de Bruselas de 1935. Manuel Azaña, el líder de la oposición en España, y Strauss se reunieron en el Hotel Carlton y éste le puso en antecedentes. Esa información, en manos de Azaña, suponía una grave amenaza para la estabilidad del gobierno de derechas. El 18 de octubre, el eecutivo tomó la decisión de poner el caso del straperlo en manos del Tribunal Supremo, para evitar que la izquierda aprovechara el asunto con fines electoralistas.
Con el fin de dilucidar la implicación de los acusados, se creó una comisión de investigación. Durante las sesiones parlamentarias, se lanzaron severos reproches a los miembros del Partido Radical por haber cometido un delito de prevaricación. Pero el error más censurable fue la ingenuidad de los implicados, que se aliaron con un personaje de dudosa reputación sin tan siquiera investigar sus antecedentes. Se descubrió entonces que Strauss había tenido que huir a México, después de haberse visto involucrado en varios negocios turbios incluido el robo de un diamante valorado en tres mil dólares.
En su comparecencia, Lerroux se presentó como víctima de un complot orquestado por Azaña para desprestigiarle, y consiguió ser declarado inocente. Sin embargo, la comisión redactó un dictamen condenatorio para el resto de implicados. Aurelio Lerroux, Joan Pich i Pon, José Valdivia, Eduardo Benzo, Santiago Vinardell, Sigfrido Blasco-Ibáñez y Miguel Galante fueron relevados de sus cargos públicos. Tan sólo Salazar Alonso resultó exculpado; sin embargo, él mismo había dimitido como alcalde de Madrid poco antes. Unos días después Alejandro Lerroux y el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Juan José Rocha García, dimitían también de sus cargos.
El caso del straperlo fue el detonante que puso fin al período de gobierno de centro-derecha conocido como bienio negro. Tras el sonado escándalo, las izquierdas presionaron al presidente de la República para que disolviera las Cortes y convocara elecciones generales; hecho que tuvo lugar en febrero de 1936, siendo ganadas por el Frente Popular. Por su parte, Daniel Strauss sería reclutado como oficial americano de la welfare en Europa al término de la II Guerra Mundial."
MARC FONTBONA
Extraído de La aventura de la historia, número 120